Según la RAE, la humildad es una virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.
¿Cómo afecta la humildad en la empresa?
¿Qué pasaría si pudiéramos ser más auténticos y reconociésemos abiertamente aquello que nos cuesta o que no se nos da tan bien, en lugar de aparentar que lo sabemos todo y somos infalibles?
¿Con qué tipo de personas nos sentimos más cerca en nuestro trabajo? Con aquellas que aparentan hacerlo todo bien y que no reconocen sus errores o con aquellas que reconocen no estar en posesión absoluta de la verdad, que se pueden equivocar y que aceptan otros puntos de vista.
¿Qué tipo de jefes nos inspiran más confianza?
¿Con qué compañeros de trabajo nos sentimos más cercanos?
La humildad es una de las cualidades más importantes para un jefe y también para cada uno de los miembros de un equipo con la finalidad de conseguir entornos de trabajos productivos, donde las personas tengan espacio para desarrollarse como verdaderos profesionales.
Como cultivar la humildad en el entorno laboral
Cada uno tenemos una idea o una imagen de lo que es la humildad y aquí quiero hacer una reflexión sobre algunos comportamientos que nos pueden acercar a cultivar la humildad en nuestro entorno laboral:
- Mostrar la imagen más autentica y real de nosotros mismos.
- Aceptar otros puntos de vista para poder escuchar a nuestros compañeros, jefes y clientes. Dejar atrás que solo nosotros tenemos la predicción correcta, para que surjan nuevas ideas y reaccionemos ante los diferentes cambios.
- Reconocer cuando es oportuno alguna posible limitación y pedir ayuda. Nos permitirá rodearnos de personas que hagan que el conjunto del trabajo sea más productivo, ya que buscaremos la complementariedad.
- Tener la valentía para mostrar desconocimiento sobre algún tema e interés genuino por aprender aquello que sea necesario para mi trabajo, en lugar de mostrar una falsa apariencia de que lo sé todo.
- Desarrollar la gratitud y reconocer la valía de las personas que trabajan con nosotros y expresarlo, sin sentir que eso suponga un agravio comparativo hacia mi persona.
- Tener la valentía de pedir perdón o disculpas si considero que me he equivocado.
Para que una relación profesional sea efectiva, al igual que en nuestras relaciones personales, es importante reconocer que uno no está siempre en la posesión de la razón y, que puede haber otras formas de pensar, sentir y actuar.
Para la revista “Psicología Práctica”, nº 163.
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