Cuando te enfrentas a un reto, ¿te mueves por el objetivo o por el resultado de dirigir? Uno de los pilares fundamentales en los que se sustenta un proceso de coaching, según nuestra Metodología CORAOPS, es la identificación de objetivos. Consideramos que un proceso no sería efectivo si el coachee no los ha definido claramente. El coachee es la persona que se responsabiliza del proceso de cambio para lograr sus metas. Aunque objetivos y resultados están relacionados, resulta muy útil establecer una distinción.
Continua incertidumbre en el planteamiento del objetivo
En un proceso de coaching, el coachee se orienta y enfoca hacia un objetivo. Lo elige libremente, lo define, lo declara, está comprometido con él. Sin embargo, el resultado no dependerá 100% de él. Esto ocurre porque existen variables que pueden escapar de su control. No sabemos qué ocurrirá en el futuro, los seres humanos vivimos en continua incertidumbre.
Sin embargo, esa sensación nos da la libertad de actuar, de tomar unas decisiones u otras y de cambiar el curso de nuestra existencia. Es aquí cuando una persona se hace dueña de sus actos, es responsable y decide enfocarse hacia un objetivo para conseguir sus metas.
¿Cómo lo trasladamos al trabajo?
En el ámbito laboral podemos materializarlo con el ejemplo de un director comercial que se enfoca en la siguiente afirmación:
“Quiero conseguir un incremento de mis ventas en un 15% para este año”.
Podrá vivirlo como un objetivo o como un resultado. Así, tanto las emociones como las actuaciones pueden depender de una u otra interpretación.
Si lo vive como un objetivo, identificará si es realista, retador, alcanzable. Tendrá en cuenta si está bien definido y alineado con los objetivos de su organización. Además, diseñará un plan de acción, analizando los beneficios e inconvenientes y desarrollará las acciones apropiadas para conseguirlo. Por supuesto, sabrá pedir aquellos recursos que necesita, se rodeará de personas que le ayuden a conseguirlo y durante todo el proceso irá aprendiendo. Esto último es muy importante porque se irá nutriendo de su ensayo-error y esto le ayudará a delimitar mejor su objetivo.
No obstante, si lo vive como un resultado puede generar una limitación u otra. Es común permanecer en una emoción muy limitadora como es la angustia, la preocupación o el miedo a no conseguir el resultado esperado.
¿Cómo se puede vivir el proceso?
Dice un proverbio chino:
“Si tu problema tiene solución. ¿Para qué te preocupas? Si tu problema no tiene solución. ¿Para qué te preocupas?”
La diferencia fundamental radica en el estado de ánimo que se puede generar en cada caso. Cuando estamos orientados hacia un objetivo, nos sentimos ilusionados y comprometidos con alcanzarlo. Pero si nuestro foco está puesto en el resultado es muy probable que nos bloqueemos o que el sentimiento de angustia nos coarte.
Nuestras acciones no son las mismas si nos enfrentamos a un reto con ilusión que si nos posicionamos ante un problema con angustia. La orientación al objetivo nos hará sentirnos dueños de todo lo que depende de nosotros para conseguirlo. Sin embargo, orientarnos a un resultado nos hace sentir responsables tanto de lo que está en nuestra mano, como de lo que no depende de nosotros.
Por este motivo, la figura del coach es importante, ya que servirá para orientar a su pupilo en la perspectiva desde la cual quiere percibir la realidad, identificando el justo valor que quiere darle a las cosas.
¿Cómo sabemos si nos movemos por el objetivo o el resultado?
Asimismo, es fundamental medir los avances que el coachee está obteniendo a medida que avanza el proceso. Hay tres factores que de manera combinada participan en la decisión sobre si queremos proponernos un objetivo o no, y que están estrechamente relacionados con la distinción entre objetivo y resultado:
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- Influencia: Referido al grado de influencia que tiene la trascendencia de nuestro objetivo, respecto de la consecución del resultado esperado. De todos los factores que entran en juego para que se produzca un determinado resultado, ¿qué porcentaje de los mismos depende enteramente de nosotros?
- Importancia: Se refiere al valor que otorgamos a la consecución del resultado.
- Aversión al riesgo: Que tenga mayor o menor predisposición a asumir riesgos económicos, de empleo de energía, de generación de conflictos…
Reflexionar sobre estos factores puede ayudar al coachee a disipar cierta confusión que se produce, en ocasiones, cuando confunde entre lo que le gustaría conseguir y lo que cree que puede, o no, conseguir.
Formación recomendada: